¿El final del trayecto de un cortometraje?

 
Diseño del póster Julu Martínez.

Diseño del póster Julu Martínez.

En Octubre de 2016 fui a una conferencia donde escuché una cita que decía algo así como que “en el futuro todo iba a ser automatizado, a excepción de las emociones humanas”. Desconozco de quién es la cita. La cuestión es que me dispuso a pensar, a plantearme si verdaderamente fuese así, en un contexto ordenado donde todo es predecible, ¿en qué lugar dejaría eso a las emociones en nuestra sociedad? De ahí extraje la idea del cortometraje Emotional Disease, que escribí en tres días y a partir de dicho momento me embarqué en la aventura de lo que es hacer un cortometraje de principio a fin.

No era la primera vez que me embarcaba en una aventura así, pero sí la primera vez en que me dispondría a buscar financiación por mis propios medios. Así, decidí lanzar un crowdfunding, con una precampaña que tardé aproximadamente 3 meses en desarrollar y en la que pude poner en práctica los consejos y estrategias de uno de mis mentores, mi amigo Daniel Yume. Pero creo que esta historia es para otro post distinto. (Si te interesa saber más sobre mi crowdfunding y quieres leer este post, ponlo en los comentarios. También puedes acceder a la página de Kickstarter del proyecto). Tras ello, la preproducción duró un mes, el rodaje tres días, y la postproducción unos 6 meses (teniendo en cuenta que no le dedicábamos tiempo completo y hubo un verano de por medio) y no fue hasta Marzo de 2017 que pude presentar en un visionado privado el cortometraje a equipo, familia y amigos. Ahí fue cuando me planteé (la añorada y venerada a partes iguales) cuestión de la distribución.

Digo añorada y venerada, porque todos lo queremos pero no siempre se guarda financiación para la misma, a pesar de la gran importancia que todos sabemos que tiene. Hasta el momento había distribuido yo misma mi anterior cortometraje, La Colección. No tuvo presencia en casi festivales, y eso del Movibeta no me terminaba de funcionar. Aún así, por La Colección recibí un premio que considero importante: el Premio al Jovencísimo Talento de la Comunidad de Madrid 2016 en la modalidad de cortometraje. Con esta experiencia, eché de menos de primera mano la importancia de la distribución profesional. Así, con Emotional Disease, sería mi oportunidad de tener una exposición en festivales de mayor envergadura contratando a un distribuidor profesional.

Me informé de diferentes distribuidoras y, a decir verdad, al preguntar a gente me mencionaban más o menos las mismas empresas, pero o no estaban contentos con su distribuidor o no eran experiencias de primera mano. Me resultaba difícil encontrar información, porque nadie te garantiza que tu cortometraje vaya a tener éxito, incluso si uno piensa que puede ser una gran obra. Al final di con Mailuki Films, a quien conocí a través de un festival y con el que a un compañero cineasta al que conocía le iba bien con sus cortos. Así, Mailuki Films ha estado distribuyendo Emotional Disease durante todo este año, siendo seleccionado en una docena de festivales en España, Estados Unidos, y el resto del mundo. Estoy contenta con el trabajo que han hecho.

Una de las particularidades de mi cortometraje es que era en inglés. Dentro de las selecciones que ha recibido, muchas han sido en Estados Unidos. Creo que ello ha sido interesante porque aunque no podía viajar a los festivales, ya los conozco y tengo referencias de ellos, y mi cortometraje ha sido proyectado en estos lugares. En una ocasión fue entrevistada por un medio digital estadounidense por una de las selecciones, así que en cierta forma, en la distancia, percibo su impacto. Lo puedes ver aquí.

Creo que es importante contar con un distribuidor por muchos motivos. Primero, porque la distribución de una obra es un trabajo que consume muchísimo tiempo, y no puedes saber si ello va a tener un retorno. Puedes tener suerte y que te seleccionen en bastantes festivales, pero puede ser también que no llegue nunca a verse en ningún sitio. Por otro lado, la distribución es algo especializado: los distribuidores tienen conocimientos de qué festivales posicionan a tu cortometraje, cuáles son más dados a seleccionarte según tu temática y otros factores, y contactos para asegurarse de que tu corto es visto. Hay festivales que reciben muchísimos cortos, tantos que es imposible que el jurado pueda verlos todos. En ese caso, muchas veces se ven un minuto o dos. Por eso, tu distribuidor es en cierta manera una garantía de calidad. Esta garantía se puede sustentar en dos cosas: primero que tú crees en tu obra tanto como para pagar lo que es para un cineasta particular una cantidad considerable de dinero (suele ser alrededor de 3000€/año), y segundo, en que ya ha pasado el primer filtro de calidad de la distribuidora, dado que suelen tener un repertorio limitado de cortometrajes que mueven. Claramente es una inversión que hay que pensársela bien, pero si contase con los fondos optaría siempre por contratar a un distribuidor frente a hacerlo yo misma.

Ahora que el periodo de un año de distribución ha terminado seguiré distribuyéndolo por mi cuenta. Claramente, la distribución que yo haga no tendrá la envergadura que me ofrece mi distribuidor, por lo que trataré de llevarlo a festivales más pequeños, de ámbito local para que la historia siga teniendo vida y viéndose, que es, al final, lo más importante. No es el final de la vida de Emotional Disease, pero llegados a este momento ha cumplido bastantes de los hitos para los que fue creado.

Si tienes alguna pregunta de distribución, aunque no soy una experta, a lo mejor puedo tratar de responder en función de mi experiencia en los comentarios abajo :)