Parte 1: "Un libro inesperado" Lo que aprendí al tratar de publicar un libro

 

Contado en 3 partes, narro mi experiencia escribiendo mi primer libro, “Instinto Cineasta,” una guía de recursos para ayudar a cineastas a lanzar su carrera cinematográfica.

Desde que era muy pequeña me ha encantado escribir. He pasado años escribiendo, primero fantasía, luego historias de intriga, algo de poesía y finalmente guiones de cortometrajes y algún que otro largo. Siempre había pensado que en algún momento escribiría un libro, aunque nunca terminaba los que empezaba. Una amiga bromea con que el género de libros más común es “libros inconclusos,” o “principios de libros,” pero nadie los lee porque lógicamente no se publican (aunque no sería mala idea publicar una antología de esto en algún momento, por ejemplo, a modo de inspiración para escritores de ficción).

De pequeña me imaginaba que cuando “fuese mayor” escribiría un libro. De hecho, empecé muy pronto a escribir porque sentía que era un hito de mi vida a cumplir cuanto antes. Me imaginaba como autora de una novela, probablemente de fantasía, que era lo que más leía y me apasionaba. Sin embargo, mi primer libro no será una novela. De hecho, ni siquiera es de ficción; sino una guía de cine llamada Instinto Cineasta para ayudar a creadores a lanzar su trayectoria profesional dentro del mundo del cine.

Llevo escribiéndolo desde el Diciembre de 2017. En Abril terminé el primer borrador, y durante el verano y el otoño fui puliéndolo, mimándolo y dándole forma con ayuda de “lectores beta,” que son cineastas (a quienes va dirigido este libro), amigos a quienes aprecio muchísimo y que me podían hacer una crítica constructiva desde la confianza. A veces pasaba 6 horas seguidas escribiendo, y sólo paraba para comer un rato para volver lo más rápido que pudiera al ordenador a seguir tecleando. Ya no tenía que ir a la universidad porque había terminado todas mis clases, y podía pasar el día entero en casa si quería para dedicarlo a esto. Cuando salía, llevaba el portátil conmigo, para aprovechar los trayectos en transporte público para escribir. Cuando hacía otra actividad, como ir al gimnasio, cocinar, o incluso pasar tiempo con mis amigos, sentía que donde realmente debía estar era escribiendo. Mi mente volvía a este proyecto, como si sintiera que hay algo que he dejado pendiente y que tengo que terminar. Durante aproximadamente tres meses, me sentí como una escritora a tiempo completo verdaderamente. Esto era algo que no me había sucedido antes jamás.

Antes, escribir me suponía un esfuerzo de fuerza de voluntad (extremadamente gratificante, pero principalmente un esfuerzo de encontrar el momento, sentarme, y esperar estar inspirada). En cambio, esta vez ha sido completamente diferente. Mi hipótesis es, que a diferencia de otras veces en las que me he enfrentado a un proceso de escritura, en esta ocasión tenía muy claro lo que quería escribir. Para ello el mes de Diciembre casi no escribí texto, sino que lo dediqué a la reflexión. Hice una retrospectiva de qué me hubiera gustado saber desde que comencé a hacer cortometrajes, buscando la manera de cómo estructurar el libro. Elaboré un índice, que poco a poco fui completando a medida que me “llegaba la inspiración” y reflexionaba sobre el contenido en clase, en el metro, hablando con amigos, y también una vez ya había empezado a escribir.

Ahora, casi un año después, estoy en la última etapa de realización de mi libro, donde el proceso de escritura ha quedado atrás. Ahora es el momento de pasar a la edición de mi libro.

Sigue leyendo la parte 2 haciendo click aquí.