ENTREVISTA A Juan Albarracín, DIRECTOR DE “El instinto”
Juan Albarracín en el rodaje de su largometraje “El Instinto”
¿Y si tu Trabajo de fin de grado de la universidad llegase a ser una premiada ópera prima?
Este es el caso del equipo de “El Instinto”, el largometraje de guerrilla escrito y dirigido por Juan Albarracín, un thriller de 90 minutos protagonizado por Javier Pereira (Goya a Mejor Actor Revelación 2014), Eva Llorach (Goya a Mejor Actriz Revelación 2019) y Fernando Cayo (La casa de papel, La piel que habito). Además de que la historia te atrapa desde el primer momento, no es lo único reseñable de la obra y de la hazaña de producción (Twin Freaks Studio, Horizon Media y Populos Films). Y es que su guionista y director empezó a trabajar en la obra con 21 años como proyecto de fin de carrera en la universidad. Dos años más tarde la rodó y próximamente la estrena el 16 de Mayo de 2025 en salas tras haberse hecho con el premio de Abycine Indie.
Tras haberla visto, solo puedo recomendarla y hablar bien de ella. Para mí Juan Albarracín y el equipo de “El instinto” son un referente del que aprender. Gracias a su generosidad nos da todo lujo de detalles en las claves que le llevaron al éxito en conseguir el hito de rodar y estrenar su ópera prima. Hablaremos de cómo aprender, cómo rodearse de un gran equipo, conseguir a actores de amplia experiencia y reconocimiento, de persistir en los momentos difíciles y en esencia, de aquello que ha llevado a que Juan Albarracín y su equipo puedan ahora sentirse tan orgullosos de su obra “El instinto”.
La entrevista comienza sin que le tenga que hacer preguntas. Me cuenta que acudió al evento que organizo: el “Meeting de cine, en 2018, que fueron David Vitori y Miguel Ángel Faura. Y lo que más me apetecía saber es qué había detrás de la parte más opaca de la industria, entonces yo todo lo que pueda contarte de lo nuestro si a alguien le ayuda yo encantado. Nosotros no tenemos ninguna pega en hablar en detalle cómo se ha montado todo.”
Hablando, nos damos cuenta de que fuimos a la misma universidad, donde Juan Albarracín empezó a gestar su obra y lo que arranca esta historia.
¿De qué promoción de la Universidad Carlos III eres?
Yo me gradué en 2021, y de hecho el guión de la peli es mi TFG (trabajo de fin de grado de la universidad). Un par de años después la rodamos.
Qué buena idea aprovechar el TFG para hacer tu guión. No todo el mundo apuesta así por ello.
Claro. Es que yo llegué a primero de carrera sabiendo que no iba a ir a la escuela de cine, seguramente.
Es cierto que conozco a mucha gente de la Carlos que está trabajando en cine y haciendo pelis. Yo creo que también, cada experiencia universitaria es tan subjetiva. Mi experiencia fue muy buena porque yo llegué queriendo hacer cine 100%. Siento que tuve mucha suerte con los profes, porque nosotros el primer día estábamos rodando. Nos dieron una cámara en una clase que teníamos. Nuestro profesor era Bruno Lázaro, que es un cineasta canadiense de cine independiente… realmente, todo esto tiene mucho que ver con cómo se hace la peli, esa es la verdad. Empieza un poco aquí.
Entonces, yo llegué a primero y dije, “como no voy a estar en la escuela de cine y no voy a tener la parte práctica que me va a ofrecer la escuela, yo quiero rodar todo lo que pueda y más por mi lado”. Tuve muy buena experiencia con los profes porque daban una formación teórica sobre cine que a mi parecer era buenísima. La mayoría daban clase en escuelas de cine, de la TAI, de la ECAM, etc. La parte práctica me la busqué por mi lado desde primero, entonces así conocí a estudiantes de escuelas. En tercero de carrera estaba rodando con gente que estaba saliendo de la ECAM. Conseguí entrar en el circuito de “jóvenes técnicos que salen de escuelas” estando en la uni, pero por cabezonería y dedicación y no parar de currar. Así llego al TFG en cuarto. Me dije que quería hacer una primera peli.
Vale pero, ¿cómo empiezas realmente? Es un proyecto muy ambicioso. Cuéntanos desde el principio.
Me pasó que llegué a Madrid -yo soy de Lorca, Murcia- y el tío del mejor amigo de mi hermano es productor y guionista de cine de guerrilla, Dany Campos. Es un productor que tuvo su época de cortometrajista de rodar con más dinero y premios y bla bla bla, pero cuando yo llegué en 2017 él estaba empeñado en hacer cine con una cámara, tres luces, un micro.
Dany Campos terminó siendo uno de los productores de la peli. Le envié los cortos que hice en Lorca, porque en el instituto rodé cortos con pretensión de llevarlos a “festivales y no sé qué”. Son muy flojos y no funcionan y todas estas cosas, pero bueno, es verdad que yo tenía muchísima hambre; con muchísimas ganas de de verdad hacerlo. Creo que lo que define a la gente que de verdad hacemos esto es el hambre que tenemos.
Dany (Campos) daba clase en Actores Madrid, una escuela de actores. Me dijo: “tú quieres hacer pelis de verdad, tú quieres dirigir?” Y yo: “que sí, que sí, lo que sea”. “Yo lo que te puedo ofrecer es que si escribes cortos muy sencillos que se desarrollen sobre todo en una localización, que se puedan rodar en un día con los actores de la escuela, yo te pongo un micro, una cámara, tres luces, y lo produce la escuela.” Vamos, cortos de guerrilla, sobre todo con estudiantes. Ahí empecé a hacer cortos con Dany, durante la carrera.
Cuando llegó el TFG yo ya había hecho cortos. Tampoco te creas que habían funcionado súper bien, porque eran ejercicios: yo no estaba pensando entonces hacer un recorrido con festivales. Todo esto era más desde el cine indie de guerrilla; con 1000€ o 2000€ y con un equipo súper reducido que fueran amigos míos a los que pudiera “engañar”.
Juan Albarracín en el rodaje de El instinto.
Y con esa misma premisa Dany me dijo de escribir un largo, igual que los cortos, es decir: una localización, muy pocos actores (ahora sí, que sean actores muy buenos) y que tenga una idea de guión interesante, que tenga un elemento diferenciador, que sea comercial, vendible, pero también que sea personal. Eso para mí es como el éxito de las propuestas: que haya autoralidad –porque el autor está presente y tiene el control creativo y tiene como la influencia personal en la historia y el compromiso–, pero que llegue al público, que sea una historia para el público.
Entonces dije “coño, tengo que hacer el TFG, pues perfecto”. Como puedo hacer un guión como TFG, voy a hacer un guión que tenga una línea de estudio de investigación y que además pueda, al terminar la carrera (después de haberme dedicado un año a escribir con la paciencia y el cuidado y el trabajo), rodarlo al salir.
Dany es consultor de guion, me hizo la consultoría junto a Rubén Romero, tutor del TFG y crítico. Fue una consultoría fílmica, dándome referencias. Así aproveché la oportunidad, hacer algo que mereciera la pena y que luego me pudiera abrir puertas.
¿Y la financiación?
Y luego está todo el proceso de financiación.
La idea era rodar esta peli con 40.000€ o 50.000€, una peli con muy muy pocos recursos y muy independiente. Lo que pasa que Dany habló con Twin Freaks Studio, una productora emergente de Murcia, que venían de rodar muchos cortos y pelis pequeñitas. Venían de rodar “A diente de perro”, que en circuitos indie sonó bastante hace un par de años porque el actor es una máquina, Miguel Ángel Puro (ganó el Premio a Mejor actor en el festival de Alicante). Hizo un buen recorrido. Y lo habían rodado con 50.000€.
Entonces los Twin entran en la peli, que son los hermanos Poveda. Juan (Poveda) empezó a trabajar con Secuoya y quería hacer una peli más grande, con más “presu”, e intentar desbloquear el mecanismo industrial porque claro, es jodido: que aunque fuera independiente en vez de hacerlo con 60.000€ hacerlo con 600.000.
Y nos adentramos en el desierto de la financiación: ellos yendo a mercados hablando con distribuidoras, buscando coproducciones internacionales… y el problema es que la peli interesaba un montón, pero no tenían capacidad de financiación para hacer una peli de 600.000€. Necesitábamos sí o sí o un coproductor más grande que consiguieran subvenciones, televisiones… En fin, que aunque fuera poquito dinero para lo que es la industria, pues ya era una peli grande para nosotros. Ahí estuvo la parte de mercados, gustaba mucho, pero luego las distribuidoras no tenían devolvían la llamada, era terrible.
¿Para entonces ya teníais al elenco final?
Javier Pereira en “El instinto”
Para ese momento teníamos a Roberto Álamo. Era una cara bastante conocida. De prota estaba un amigo mío (Xabier Fonseca), que no es conocido, pero es una máquina. Yo quería que fuera él. Quisimos lucharlo ya que era una peli indie, pues tenemos una cara conocida y una no conocida. La directora de casting, Juana Martínez, que es una directora de casting de las más tochas que hay en España, la conseguimos porque también daba clase en la escuela. Le decía a Dany (Campos) “Dany llámame para hacer pelis” y Dany le decía “Juana, yo no tengo dinero ni para tabaco. No te puedo llamar”. Y ella decía: “que si el guion está bien tú cuenta conmigo y yo te ayudo a encontrar actores y tal”. Y así fue, se leyó el guion y le encantó. Dijo “vamos a ello,” y ella consiguió a Roberto.
Lo que te decía, hablamos con las distribuidoras y a todas les encantaba pero luego… Yo lo entiendo, porque es un tipo de peli que, sobre guión, te puede llevar a pensar que va a buscar mucho más el “morbo” del género, de querer primar el artefacto y el espectáculo por encima de todas las cosas. Yo tenía muy clara la peli y yo creía que fuera una peli que podía conectar mucho con el mercado europeo, por el tipo de propuesta y de estética que íbamos a hacer, por el tema de trabajar la violencia de una manera más subliminal, al principio, y luego sí, al final se convertía en una cosa más violenta y obvia. El caso es que no hubo manera: estuvimos año y medio intentándolo. Entonces los productores dijeron “Mira, vamos a sacar al prota, y ponemos un prota conocido para intentar financiarlo un poco mejor”.
¿Cómo fue la conversación que tuviste con Xabier Fonseca, tu amigo y el que entonces era protagonista de la peli?
Hombre, pues durísima. Durísima. Imagínate, porque tú estás durante un año y medio o dos fantaseando con que vas a hacer tu primera peli (tanto la suya como la tuya), juntos, hablando del guión… que siempre vas con un poco de freno, de “bueno a ver si luego”. Lo que pasa que Xavier también es muy generoso, porque sabía lo importante que era para mí esta oportunidad. Me dijo “Mira tío, si yo lo entiendo, si es que la industria funciona así. Yo entiendo que tú quieras intentar hacer una primera peli, y los Twin, lo más cerca de la industria posible, porque es lo que realmente va a hacer que en este país, desgraciadamente, si quieres que te tomen medio en serio, necesitas tener cosas a las que agarrarse por parte de la industria (actores conocidos, etc.)”. Me dijo “Tú haz la peli, hazla como puedas, intenta que sea y que funcione lo mejor posible, y ya haremos pelis después juntos”. Muy generoso por su parte. Él estuvo muy jodido también, un par de meses… Él es un tío brillante también. Es de gente a la que miras y ves cómo trabaja, cómo piensa, cómo ve el mundo, y él fue una guía muy grande a la hora de plantear el trabajo con actores. Porque a mí me flipa el trabajo con actores y es una de las partes que más disfruto y él fue como un consultor súper importante para eso, habiendo salido del proyecto, tiempo después. Fue duro, pero fue muy generoso, la verdad que estoy muy agradecido con él.
Y tú tenías la visión de seguir adelante.
Yo todo esto lo estaba viviendo con 22 años. Era la edad que tenía en ese momento. Todo era súper grande. Yo lo veía factible pero también yo era consciente de lo crío que era.
Entró Javi Pereira, en cuestión de una semana. Se leyó el guión y enseguida entró. Fue Juana (Martínez, quien había trabajado ya con él antes y tenían algo de relación). Yo pensé en Javi porque había seguido su carrera los últimos años, sabía que él era un tío con muchísima trayectoria, y luego que tenía algo oscuro, que le venía muy bien al personaje. Yo no quería un personaje intimista ni súper bueno o súper blanco. Quería que fuera un tío oscuro al que el antagonista le sacara esa oscuridad que tenía. Entonces dije “Vamos con éste” y fue cuestión de una semana.
Luego se cayó Roberto Álamo y se quedó solo Javi, por un tema de fechas. Entraron un par de opciones, y ya finalmente entró Fernado Cayo en 2022.
¿Qué pasa? Y creo que esto es interesante para la gente que lee el blog: tenerlos a ellos dos no ayudó nada a la financiación (se ríe). Seguían pasando de nosotros, seguíamos quedándonos fuera de las ayudas… Imagínate, fue super deprimente. En todo este año y medio de financiación que llevábamos en ese momento, solo habíamos conseguido una subvención de Murcia, y fue porque hubo una línea de ayudas que salieron en Murcia y que solo salieron ese año, en 2021, y no han vuelto a salir.
Eran 8 ayudas de 100.000 euros. La conseguimos a través de otra empresa que entró, Horizon Media, que era de Murcia, también muy chiquitita, que solicitó la ayuda y se la concedió: se alinearon los astros. Claro, llevábamos dos años y solo había entrado ese dinero, y llegó un punto donde se dijo: “Vamos a ver, ¿cómo podemos rodar esto con 200.000 en vez de 600.000€? O sea: ¿cómo podemos armar este equipo y esta producción para que con esa ayuda y con algo que entre de inversores pequeños, crowdfunding, pequeñas inversiones de las productoras y tal, podamos levantarla?”
Eso se estuvo planteando durante un año, porque no había manera de que entrase pasta, y pues finalmente se decidió hacer así. Había que justificar el doble de gastos mínimo, o sea que había que hacer una peli de mínimo 200.000€. Pero bueno, había formas con los incentivos fiscales y con herramientas de financiación.
¿Y cómo trabajaste el burnout en este proceso?
Yo la daba por perdida, yo me deprimí un montón y yo durante todo 2022 decidí olvidarme de la película, dar por hecho que no se iba a rodar, trabajar en publicidad y a pensar en hacer cortos y tal, porque la peli como que se programaba el rodaje y se aplazaba, se programaba el rodaje y se caía Roberto Álamo; se aplazaba otra vez, se programaba el rodaje, conseguíamos un actor nuevo, se aplazaba y se caía ese actor nuevo. El único que se mantenía siempre ahí era Javi, que fue el que decidió quedarse en el proyecto, aunque le salieran cosas, decir “bueno, vamos a aguantar y a ver qué tal”.
El equipo de El Instinto durante el rodaje.
¿Entonces cómo llegasteis al rodaje?
Total, que ya después de todo esto ya llegó 2023 y los productores dijeron: “Nos quitan la ayuda, hay que rodarla como sea”. Entonces pues lo que hicimos fue adaptar el presu: yo no cobré, los productores no cobraron, el dire de foto cobró menos de lo que había inicialmente, y entonces rodamos en Murcia con equipo murciano.
¿Y Eva Llorach?
Eva Llorach entró un par de meses antes de la rodar la peli, que fue la que cerró el casting. Entró gracias a un corto que rodé con 2000€ que rodé puramente de actores, (que fue el primer corto donde los actores estaban bien de verdad y donde mi propuesta como director estaba mucho más sólida). Ella entró viendo ese corto, porque había visto los otros y no le habían gustado, y entonces le dije a Dany: “Mándale el primer corte de montaje de esto que estaba montando, que cuando vea eso va a querer entrar”, porque había trabajo con actores. Y efectivamente, lo vio y dijo que sí.
Volviendo al rodaje…
Finalmente se lanzó el rodaje. Lanzamos un crowdfunding en el que recaudamos 16.000€, (que fue una barbaridad para mí).
Eso es una suma significativa, contando con todo lo que cuesta montarlo.
Dany llevaba muchos años haciendo crowdfunding para cortos, entonces tenía una pequeña comunidad y entre los 4.000€ de su parte, los 4.000€ que fueron de la mía, 4.000€ que fueron de parte del productor y así, conseguimos sacarlo. Además, contribuyeron 240 personas, que me pareció precioso, porque era como ya parte de la peli. Así levantamos el proyecto.
Un viaje bastante impresionante. Y viendo en retrospectiva, ¿crees que la peli inevitablemente se hubiera hecho o pudiera ser que nunca se hubiera hecho?
Yo creo que puede ser que no se hubiera hecho. Al final lo que terminó de dar el pistoletazo fue un riesgo económico inmenso que corrió Twin Freaks, la productora. Como llevaban 7 años produciendo, y tenían trabajo en publicidad, decidieron asumir gastos inmensos por la pura pasión de hacer una película. Eso realmente es muy azaroso: que te encuentres con un productor que decida poner en riesgo su productora, su casa, su vida, por hacer una película, es una cosa que la probabilidad estadística es tan mínima que…
También, cuando elijes de quién te rodeas, eso define mucho si los proyectos salen o no. Al rodearme de Twin Freaks, podrías decir que sí, que la peli se iba a hacer, pero es que viví el proceso con una sensación de incertidumbre: cada mes pasaba una cosa distinta que ponía en jaque el proyecto. Esta cosa que se dice de que las películas son un milagro, yo lo viví así, de decir, “las probabilidades de que salga una película son ínfimas”, porque hay tanta cosa alrededor que es que dices bueno, tuvimos suerte realmente.
Volviendo al guión, que escribiste como TFG, ¿fue consciente la decisión de hacer algo muy sencillo, en la línea que te había sugerido Dany Campos? ¿Cómo te surgió la idea? ¿Cómo abordaste la escritura de guión?
Es un poco mezcla de todo, un batiburrillo. Por un lado, yo era muy fan del thriller, el género me encanta. Por otro, fue una especie de acuerdo, de decir: “hay que hacer una película, ¿cómo lo hago?” Con estas premisas yo pensaba que hacer una peli de género (a mí me encanta el thriller) a nivel industrial puede funcionar, porque tiene un recorrido en festivales de cine independiente, porque tiene unas claves que el público sabe descodificar, un público claro… Había algo a nivel de estrategia de proyecto, que el género entraba bien. Por supuesto, a mí como director me interesaba mucho hacerlo, dentro de que sólo había hecho un corto de género.
Ahora venía el momento de la idea: pensé que hay muchas pelis de género en una localización (es casi un subgénero dentro del género) y que podía ser un buen punto de partida. Era una limitación, así que vamos a analizarlo y a pensar cómo le damos una vuelta a esto: que no sea otra vez una peli en una casa donde hay un protagonista y un antagonista. Quería coger lo canónico y darle una vuelta, donde entra lo personal. Hay pelis de agorafóbicos a muerte. Ello me conectó con el Covid porque lo pasé fatal, tuve un montón de ansiedad. La sensación del agorafóbico al salir a la calle, con la hostilidad y la violencia resonó mucho con lo que estaba viviendo en el post-covid. Es aquí donde encontré mi conexión emocional con el género.








El antagonista fue lo más difícil: el elemento diferenciador de la peli tenía que estar ahí. Dany (Campos, consultor de guión) y yo estábamos intentando buscar un “high-concept” que fuera muy barato. Viendo mil referencias apareció la figura del adiestrador de perros y pensé, “esto puede molar”. Es un adiestrador que aplica una terapia cognitivo-conductual que es parecida a la que se aplican a los agorafóbicos. Pensé, “ostia, aquí realmente hay una conexión entre cómo tratan a los humanos y cómo tratan a los animales”, “los humanos somos animales”, “cómo gestionamos el miedo”…
De repente se organizaron las piezas y dijimos “coño, aquí hay una peli”. Sobre todo, encontramos un artefacto que sabíamos que se aplicaba a nuestras limitaciones, que era fresco y que podía sostener una película entera si estaba bien desarrollada la tensión, que era el mayor hándicap. Con esos poquísimos elementos había que aguantar una peli. Luego vino un trabajo muy de guión: entender dónde tenían que estar los pulsos, cómo se tenían que construir los arcos de los personajes y las dinámicas entre ellos, y encontrar un tema y la reflexión sobre el miedo, lo racional, la violencia…
También quería que fuese una peli que hablara de violencia masculina y meterme hasta el fondo con eso: en las “survival” siempre está el personaje femenino que recibe todo el maltrato por parte del antagonista. Yo quería poner a dos tíos; a un personaje masculino que sufre violencia de otro personaje masculino, pero el prota masculino también ejerce violencia. Incluso quería que el personaje femenino tuviera atributos de proyección masculina. Al final es el personaje femenino la pieza central de la historia. Todo esto era material de investigación del TFG.
Con todo esto construimos este artefacto. Era personal, era comercial, era autoral, era industrial, etc.
¿Y no te pusieron problemas en la universidad para mantener los derechos?
No, porque me aseguré. Ellos solo se guardaban los derechos del TFG y de exhibición en la universidad.
¿Cuántos días de rodaje tuviste?
20 días. 15 en la casa, 3 en el sótano y 2 de grabar los insertos de la VHS.
¿Cómo fue el rodaje?
Fue duro. Tuvimos la facilidad de que todos los medios estaban concentrados en la localización. Nunca hubo del todo una sensación de que se nos estuviera yendo de las manos. Hubo complicaciones, pero como todo, desde aquella reunión con Dany Campos en 2017 que me dijo de hacer algo pequeño, con pocas localizaciones… ahí te das cuenta de que el diseño de producción y del proyecto empieza cuando uno empieza a hacer cine, casi. Como eso estaba muy controlado y muy atado, podíamos hacer frente a las adversidades.
Por ejemplo, rodamos en Mayo, en Murcia. La peli estaba escrita para que fuera el verano más caluroso de Murcia. El problema es que rodamos en Bullas, que es un microclima, y tuvimos una Gota Fría. De 30 días de Mayo llovió 22; diluvió. Esto sucedió tras la primera semana de rodaje, que fue la que hizo sol. Después hacía un frío que te cagas, pero ya habíamos arrancado el mecanismo de la peli de calor, sudor, etc. Todos los días había que rehacer el plan de rodaje, encontrando el momento donde parecía que no iba a llover. Tuvimos la inmensa fortuna que los primeros días de Mayo no llovió, con lo que pudimos hacer todos los exteriores de la casa con sol.
También fue duro que había mucha noche, con el frío que hacía. Lo que pasa que el equipo era increíble. Había muy buena energía. Éramos una mezcla de gente que estaba haciendo publis en Murcia más chiquititas y tenían ganas de hacer cosas más grandes, gente de Madrid haciendo publis muy gordas y queriendo hacer algo que tuviera mayor implicación emocional, y todos teníamos algo de relación de amistad. Éramos 24 técnicos con una comunión de ganas e ilusión por rodar, así que lo sobrellevamos.
Los actores se implicaron a un nivel espectacular. Confiaron 100% en mí. Ensayamos un mes y medio, en 12 sesiones de 3-4 horas. En los ensayos vieron que yo era un director que les daba peso y responsabilidad prioritaria a los actores. Yo sabía que el corazón de la peli eran los actores. Eso es lo que iba a levantarla realmente. Ellos conectaron mucho conmigo, me daban todas las tomas que yo les pedía. No es que les pidiera muchas, pero en cada una hacíamos algo distinto. No íbamos persiguiendo un resultado. Todo el proceso de trabajo con ellos era explorativo. Probaban cosas, se arriesgaban, fue algo como investigar mientras rodábamos.
¿Y las imágenes de los perros?
Gracias a la uni, a la Carlos III, en una asignatura de documental, el montador de la película (Álvaro Delgado, también fue alumno) y yo descubrimos un fondo que está libre de derechos, el archivo Prelinger. Es de un cineasta, Prelinger, que se ha dedicado a digitalizar más de 8000 películas, libres de derechos para usarlas como quieras, incluso hay algunas que no tienes ni que atribuirlas.
¿Has tomado distancia con la peli una vez has acabado?
Eso con los cortos sí que me pasaba, pero con la peli, por el proceso que ha llevado siendo cine independiente, la postproducción de sonido se alargó un año y medio. El equipo lo iba haciendo mientras podía, hasta que tuvimos una fecha de estreno.
A la peli la quiero un montón. Sobre todo a través del feedback honesto que nos ha llegado sé distinguir las cosas fallidas y los hallazgos exitosos, y la quiero como es. No tengo ninguna sensación de arrepentimiento con ella a nivel creativo. Incluso las cosas que han funcionado peor, eran decisiones bien tomadas, lo que pasa que a lo mejor no se ejecutaron bien. En general, para la gente que conecta con ella, hay una sensación de coherencia en la peli: va en una dirección que está clara y funciona, es guay.
Acabaste la peli, ¡y te dan un premio en Abycine!
La peli no entraba en ningún sitio: la mandábamos a un montón de festivales…
¿Pero teníais distribuidor?
Esto fue antes de encontrar a Antonio (Rosa), que es el distribuidor de la peli, que entró en Abycine.
Trabajábamos con Álvaro Vega, que tiene una agencia de comunicación que se llama Doble Sentido, y llevó toda la estrategia de comunicación de la peli. Él nos estructuró para entender qué peli había hecho y cómo podía contarla. Él habla con el director de Abycine (José Manuel Zamora) y le dijo “Mira, tengo esta peli”. Zamora se la vio y le encantó. Nos dijo que Abycine tenía buena reputación a la hora de estrenar directores nóveles y que luego hacen una buena trayectoria. Nos ofrecieron estrenar aquí, en la sección principal, y darle mucho mimo a nivel de medios, de presencia en el festival… Nosotros estábamos esperando a ver si nos ofrecían de Sitges, pero ello no llegaba: era Junio, o Julio y no sabíamos nada. Ya cuando te conoces las dinámicas de los festivales, para entonces como mucho nos ofrecerían una sección paralela, y teníamos que decidir: ¿una paralela en Sitges donde van 500 películas y la nuestra se iba a quedar totalmente enterrada? ¿O un festival más pequeño pero que tiene muy buen nombre en la industria y que nos están diciendo que les ha encantado la película y quieren tenernos? Para mí no había duda. Vamos a Abycine, a entender la peli que hemos hecho, y joder, seguro que vienen cosas buenas. Y así fue.
Abycine fue increíble, la sala se llenó, la gente súper contenta con la peli; pero el sorpresón fue cuando ganamos el premio de Abycine Indie. El premio de Abycine es, además, un jurado de público, que son para mí los premios más valiosos.
¿Cómo ayudó el premio a la peli?
Salimos con mucha promo de Abycine: de repente es la peli que destaca en el circuito de festivales de cine independiente del año. Fue un impulso tremendo. Yo lo noté que de repente había más interés por prensa (Kinótico, Cine con ñ, etc.). Son cosas que no tienen un impacto real de que te lleven a hacer otra peli, pero sí hacen que de repente la gente sabe de dónde sale la peli. Eso me da rabia, porque es una peli maravillosa, pero hay otras pelis de cine independiente maravillosas que no consiguen eso y se quedan un poquito más abajo y no se lo merecen, porque son igual de válidas que la nuestra. Es todo un poco azaroso. Fue maravilloso, nos trataron genial, y me encantaría volver, sí.
¿Cómo definisteis la fecha de estreno?
El tema es que estrenar en salas nunca hay momento bueno. Teníamos el dilema de estrenar en Abril o Mayo, pero aún nos quedaban festivales, como el de Alicante. Queríamos evitar ir a verano porque se empiezan a estrenar todas las pelis gordas de estudio, y te quedas muy invisibilizado. Nuestro público era la gente de las ciudades, ya sean pequeñas o grandes o medianas. Si estrenamos en verano, cuando la gente se va a la playa, la gente no iba a ver la peli. Así que nos quedaba Mayo, que aunque está Cannes y San Isidro en Madrid, al final decidimos el 16 de Mayo: es el finde que empieza Cannes y podemos aprovechar la semana anterior para promocionar, pero es cuando ya ha terminado San Isidro. También porque se supone que ya lleva haciendo buen tiempo, con lo cual… Bueno, como ves un popurrí de muchos factores.
¿Cómo ves esta película, te puede impulsar como cineasta a conseguir tus objetivos? ¿Cuáles son tus ambiciones creativas?
Juan Albarracín en el rodaje de “El instinto”
Me gustaría diseñar una carrera en la que pueda tanto desarrollar proyectos míos como elegir muy bien qué proyectos quiero hacer. Trabajar en guiones de otras personas es algo que me planteo. No tengo esta vena de ser únicamente director-guionista que parece que a veces solo se puede ser director y guionista, cuesta encontrar directores que solo dirijan, porque hay guionistas excelentes, lo que pasa que muchos guiones no se ruedan porque el director dice “no, yo escribo mi peli”. Bueno, si el guión es increíble, ¿por qué no? Me planteo trabajar de encargo incluso para otros y es algo que me gustaría.
Mi idea de carrera es intentar hacer una carrera muy personal: encontrar este equilibrio entre contar historias autorales pero que sean para el público. Hacer un cine con personalidad y que tenga un discurso personal tanto a nivel emocional como ideológico incluso, no en cuanto a propaganda, sino que nos haga pensar y que en el mejor de los escenarios pueda ser transformativo para alguien. Que alguien diga “Ostia he visto una peli que me ha puesto en una situación en la que me he cuestionado cosas que daba por supuesto.” Esa es la ambición.
Creo que “El instinto” tiene eso. No es una peli donde yo creo que haya una pretensión de hacer cine. Creo que es una peli donde se ve a un director que quiere contar cosas, que está utilizando el cine y el medio para generar un discurso más allá de simplemente el espectáculo o el artefacto. Más fallido o con más aciertos, ya eso a decisión del público. Yo creo sí que hay un director en la peli porque hay un discurso, una coherencia y porque hay una intención.
Se ve.
Me alegro, es lo que era el trabajo. Creo que en ese sentido la peli puede ayudarme. Que si hay un productor o productora cuya sensibilidad sintonice con la peli y con la mía, pues que pue da aportar y decir: “de las 5 pelis que quería hacer este año, una va a ser la tuya. Y vamos a trabajar para financiarla para que puedas seguir contando esta historia que tengas ahora y que impacte o conecte con la gente como está conectando conmigo. Y esa es mi idea. Es verdad que en ese sentido en España no es tan difícil (creo, dentro de que es súper difícil porque esto hay muchos directores, y directores de género que hacen esto, y que hay productoras que entienden esto).
¿Qué otros proyectos tienes o te gustaría desarrollar?
Tengo un guión desarrollado que estoy moviendo, un drama de personajes, una de estas pelis para conciliarte con la vida. A mí estas pelis me fascinan.
Conecto mucho con las historias que se esfuerzan por contar la vida de un personaje y conectar con ellos y que nos transformen, que puede ser un drama, una comedia, una peli de género, me fascinaría algún día hacer algo como The Office, y contar con un personaje como el de Michael Scott, o el de Pam o Jim que forman esa serie que es súper humanista en realidad. O el cine de Alexander Payne me flipa.
Como cineasta aspiro a eso, a poder contar historias donde el personaje y el conflicto del personaje estén en el centro. Que sea lo que el público luego se lleva a su casa, decir “he entrado en la vida de esta persona durante este tiempo y cuánto he conectado, o rechazo he sentido, o lo que te ha removido”. Por ejemplo la serie “The Bear”. Que es fascinante en ese sentido.
También estoy escribiendo un policíaco, que realmente está muy centrado en esto. Mi mayor problema ha sido que desarrollé un argumento puramente de artefacto policial y me daba igual. Cuando terminé pensé que no quería hacer eso: me interesaba el caso, el asesino… pero me faltaba una prota con la que yo sintiera que estaba en la historia de un personaje que removiera la película. Y creo que lo he encontrado, estoy en ello. Entonces aspiro a eso a nivel artístico, que es con lo que más conecto. Con la representación, de nosotros mismos. Generar mecanismos de representación que aporten algo realmente a la gente.
Seguimos la conversación en los comentarios.
Young Adult, un público joven pero no adolescente ni tampoco exclusivamente adulto… ¿Alguna vez te has planteado escribir para un público joven? ¿Pero realmente dónde está la línea entre una historia para adolescentes y una historia para adultos? ¿Es Harry Potter una historia de niños? Aquí las claves para escribir para el público joven (o Young Adult) tras la charla de Los Martes en DAMA de Carlos García Miranda.